miércoles, 17 de septiembre de 2008

FILIPENSES 1:1-2

El saludo

Si consideramos los saludos de las otras epístolas eclesiásticas, veremos que Pablo no se presenta como apóstol únicamente a las iglesias de Macedonia, Filipo y Tesalónica. Eso nos habla de la libertad con que les escribe, con la seguridad que atenderán esmeradamente las indicaciones que ha recibido del Señor para ellos.
Por primera vez, Pablo no se dirige solamente a la iglesia como un todo, a los santos, sino que hace referencia específica a sus obispos y diáconos. Los santos de Filipo formaban una unidad con sus dirigentes espirituales, ya que formaban una iglesia organizada según el patrón del Nuevo Testamento.

FILIPENSES 1:3-26

La introducción

Después de dirigirse a los hermanos, y desearlas las bendiciones de Dios, Pablo les dice, abiertamente, que son de bendición en su vida. Todo recuerdo de ellos es motivo de gratitud al Señor, cada vez que ruega a Dios por ellos lo hace con gozo. Han sido unos compañeros fieles desde su conversión, han participado tanto como les ha sido posible en el Evangelio desde el primer día. Pablo los tiene en el corazón, ya que nunca lo han dejado; han estado con él en las buenas y en las malas, a diferencia de muchos otros. Han sido compañeros suyos cuando ha sido encarcelado y cuando ha habido que defender el evangelio de los enemigos, así como en la confirmación del Evangelio.
Ahora que Pablo está encarcelado en Roma, a pesar de tener la compañía de los hermanos en aquella ciudad, añora de una manera muy especial a los filipenses; y de una manera todavía más viva después de recibir la ayuda que le hicieron llegar por medio de Epafrodito, después de un viaje de unos 1.300 kilómetros, con todas las dificultades que eso implicaba en aquel tiempo.
La oración de Pablo por ellos no es para que se mantengan, sino para que avancen en la abundancia, en la excelencia, en la plenitud, teniendo presente la perspectiva del día de Cristo.
Correspondiendo al interés que han mostrado por él, Pablo les quiere informar sobre su situación. Las cosas que le han sucedido "han redundado más en progreso del evangelio". En primer lugar, el hecho de estar bajo custodia le ha permitido hacer conocer que estaba encarcelado por su fe, y poder hablar sobradamente del Evangelio. En segundo lugar, los hermanos, al ver su actuación, se han atrevido mucho más a proclamar sin miedo el Evangelio. Es cierto que algunos lo hacían pensando que le añadirán aflicción, pero, por encima de todo, se consuela pensando en qué de todas maneras Cristo es predicado.
Con todo, no deja de preocuparle la actuación de aquéllos que predican a Cristo por rivalidad. No es porque tema por su vida, sino por no no ser avergonzado como sirviente de Jesu-Cristo, y para conseguirlo confía en la intercesión de los hermanos y en la "suministración del Espíritu de Jesu-Crist".
Sabe que el resultado de su proceso en Roma puede ser la muerte, eso preocupaba los hermanos, y también él lo ha estado considerando. Pero a él no le asusta la muerte. Él ha dedicado su vida al servicio del Señor, y la muerte únicamente comportaría una ganancia, ya que es el cumplimiento de su anhelo de marcharse con al Señor. Él querría marcharse con el Señor, su presencia no es imprescindible; pero, como sirviente de Cristo, lo que quiere hacer es Su voluntad por encima de todo. Ha considerado todo estos hechos en la presencia del Señor, y ha llegado a la conclusión que todavía no morirá, que no ha acabado la tarea que el Señor le ha encomendado, y que, incluso, irá a Filipo.

FILIPENSES 1:27-2:18

La necesidad de mantenerse en la fe

Después de anunciar que los irá a ver pronto, pasa a darles una serie de exhortaciones que tenía en el corazón.

Hacía falta que se mantuvieran firmes (1:27-30)
Aun cuando estaban firmes, hacía falta que vigilaran, como había advertido a los corintios: “el que piensa estar firme, mire no caiga” (1Co 10:12). La vida cristiana es una vida de lucha por la fe, en la cual todos los miembros de la iglesia local han de estar unánimes: “unánimes combatiendo juntos por la fe del evangelio”.
Es normal, pues, que tuvieran adversarios, que a sus ojos eran muy poderosos, pero esto no los había de asustar en nada. Su actuación era la evidencia de su perdición, así como el sufrir esta oposición era una evidencia de su salvación. El sufrir por Cristo era un privilegio del que Pablo disfrutaba en aquellos momentos en Roma encarcelado, y del cual ellos disfrutaban en la lucha que mantenían en Filipos por la fe del Evangelio.

Hacía falta continuar pensando lo mismo (2:1-4)
Por las palabras de Pablo, parece que se estaba abriendo una rendija en la unanimidad de los filipenses por la presión de la lucha y el sufrimiento por el Evangelio. Teniendo presente esto, Pablo destaca la centralidad de Cristo y del Espíritu en la experiencia cristiana: amor, comunión, compasión, misericordia… Y, haciéndolos recordar el amor que le tenían, les pide que completen su gozo cerrando la rendija que se había abierto en la unanimidad: “que sintáis lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa”.
Este hecho lo ejemplifica más tarde, al capítulo 4, en la exhortación que hace a Evodia y Síntique, dos obreras cristianas de Filipos (4:2).

El ejemplo de Cristo (2:5-11)
Pablo no deja de hablar de Cristo a lo largo de toda la epístola, ya sea de una manera directa, como aquí, o indirecta. Cristo es siempre el modelo perfecto, el centro de atención y devoción de todo cristiano: su persona y su obra.
En estos versículos, Pablo hace una exposición doctrinal profunda, y es que la doctrina es fundamental. Con todo, la doctrina siempre la debemos considerar teniendo presente sus implicaciones prácticas, como vemos que él hace aquí, porque la sana doctrina debe hacernos llevar vidas santas.
Cristo-Jesús era el modelo para entender cómo debían “pensar”, y la consideración atenta y reverente de su venida redentora debía hacerles esto clarísimo. La primera referencia habla de como Cristo-Jesús pensó “siendo en forma de Dios” por hacerse “semejante a los hombres”, por encarnarse. La segunda, habla como mantuvo aquella manera de pensar “en la condición como hombre”, por humillarse “a si mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”, muriendo por nosotros en la cruz del Calvario.
El camino de humillación que Cristo-Jesús recorrió, que lo trajo a la muerte redentora, es el mismo camino que después lo llevó a la presencia del Padre con su humanidad glorificada, dónde “lo ensalzó a lo sumo, y diole un nombre que es sobre todo nombre”, ahora y por la eternidad.

Hace falta desarrollar la propia salvación (2:12-18)
La única manera de mantenerse es ir hacia adelante, puesto que la vida cristiana no es una realidad estática, sino una realidad en constante movimiento y renovación. Por esto Pablo manda a los filipenses que se ocupen en desarrollar su salvación, cada cual de manera particular, y todos juntos colectivamente. Dios es el que hace tanto el querer como el hacer, pero ellos debían dejar que el Señor llevara a cabo los objetivos de la salvación en su vida para ser luz en el mundo.

FILIPENSES 2:19-30

Introduciendo dos obreros

Parece que inicialmente Pablo pensaba acabar ya la epístola, por eso dedicó este versículo a anunciar el envío de Timoteo y Epafrodito, dos obreros, el primero a nivel intereclesial y el otro a nivel local.
Los dos son presentados como obreros ejemplares. Timoteo como evangelista-misionero, con una sincera preocupación por el bien espiritual de los filipenses. Epafrodito, el representante que la Iglesia de Filipo había enviado a Pablo con ayuda económica, como su colaborador, compañero en la lucha y servidor en su necesidad. De Timoteo destaca su carácter probado, y de Epafrodito, su trabajo esforzado y sacrificado, a la vez que recomienda que lo reciban con toda alegría y le honren.
El ejemplo de Cristo se ve en la vida de Pablo, Timoteo y Epafrodito.

FILIPENSES 3:1-4:3

Firmeza

A punto de acabar la epístola, como lo evidencia cuando dice "finalmente", hay dos hechos que llevan a Pablo a no hacerlo: el problema de los judaizantes, y las discrepancias entre Evodia i Síntique.

Firmeza frenta a los perros (3:1-4:1)
Las palabras de Pablo revelan que diez años después de la Asamblea de Jerusalén, los judaizantes todavía estaban vivos y activos, es más, estaban llegando en Macedonia, o a punto de hacerlo. Eran palabras de advertencia, con las que los exhortaba a estar vigilantes frente a aquéllos impuros, tanto de sus enseñanza como de sus prácticas. La argumentación que Pablo da es doble:

  1. afirmando que ellos eran la circuncisión, que era la señal del pacto de Dios con Israel, quería indicar que los cristianos somos el verdadero pueblo de Dios en la actual dispensación.
  2. poniéndose él mismo como ejemplo, muestra la inutilidad de la religión judía para la salvación, evidencia que la vida cristiana es un camino de perfección centrado en la persona de Cristo, y describe qué significa caminar de esta manera.

Problemas entre obreros (4:2-3)
La otra cosa que Pablo no quería dejar de tratar era las discrepancias existentes entre Evodia i Síntique, dos obreras de la Iglesia de Filipo.
Pablo exhorta a pensar lo mismo de una manera recurrente a lo largo de la epístola, ya que el daño que no hace la heterodoxia entre aquéllos que se mantienen en la ortodoxia doctrinal, lo puede hacer la desunión entre los miembros de la iglesia local, especialmente si ésta se produce entre los hermanos y hermanas con más responsabilidad espiritual. El receptor primario de esta carta, uno de los supervisores o el mismo Epafrodito, las tenía que ayudar a resolver este problema que había entre ellas, y que ya era de conocimiento público.

FILIPENSES 4:4-9

Exhortaciones finales

Una vez tratados estos dos asuntos, Pablo vuelve a las exhortaciones finales, antes de despedirse; se hace evidente por la nueva referencia a alegrarse en el Señor (3:1a comparar con 4:4). Alegrarse en el Señor era algo que hacía falta mantener en todo momento y bajo cualquier circunstancia; y que habían de aprender.
Pero añade otras exhortaciones a aquella, a:
  • vivir de tal manera que su modestia fuera conocida por todos,
  • recordar la proximidad del retorno del Señor,
  • no afanarse por nada,
  • vivir al amparo de la paz de Dios,
  • ocupar el pensamiento en todo aquello que merece la pena,
  • la necesidad de practicar lo que conocían.

FILIPENSES 4:10-20

Unas palabras de agradecimiento

Pero no puede concluir la carta sin unas palabras de agradecimiento. Dijimos que Pablo les escribió en respuesta a la ayuda material que la Iglesia de Filipo la había hecho llegar por medio de Epafrodito. Eso lo conmovió profundamente, de manera que dedica once versículos a agradecerles la ayuda.
El apóstol consideró aquella ayuda como una muestra del interés de los hermanos por él (vv. 10-13), hecho que le produjo una gran alegría en el Señor; lo consideraba como la manera en que ellos compartían sus aflicciones (vv. 14-17), lo que aumenta la cuenta de sus ayudadores; y también lo consideraba como un suave perfume, un sacrificio aceptable, agradable a Dios (vv. 18-20), por el cual Dios supliría toda necesidad de ellos.
Delante de todo eso, no puede hacer otra cosa que levantar una doxología, unas palabras glorificando a Dios.

FILIPENSES 4:21-22

Despedida

Antes de acabar la epístola encomendándolos a la gracia del Señor, Pablo y los hermanos que están con él aprovechan la oportunidad por enviar saludos personales. No es un acto formal, como darse la mano, indicaba un hecho más efusivo, algo como enviar un fuerte abrazo; lo que nos deja ver que existía una auténtica relación de amor fraternal. Encontramos el saludo de Pablo a todos los hermanos, el de aquellos que estaban con él, el de la Iglesia de Roma, y el de los de la casa de Cesar.

Todo el mundo, todos los hermanos que supieron que Pablo escribía a la Iglesia de Filipos quisieron aprovechar la oportunidad por enviar un fuerte abrazo. Unos pocos los conocían personalmente, la mayoría no, pero no por esto dejaban de ser sus hermanos estimados, y querían que ellos lo supieran.

sábado, 6 de septiembre de 2008

GÁLATAS 1 y 2

Nuestro objetivo no es hacer una exposición de la Epístola de Pau a los Gálatas, sino hacer una introducción general en el contexto de la descripción histórica que encontramos en el libro de los Hechos de los Apóstoles.

La razón básica por la cual Paz escribió a las Iglesias de Galácia

Podríamos resumir la razón básica por la cual Pablo escribió a estas iglesias con las palabras del versículo 6, del capítulo 1: "Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis traspasado del que os llamó á la gracia de Cristo, á otro evangelio". Son las primeras palabras de Pablo, después del saludo inicial, y revelan que el problema en Galácia era grave, y que había que enfrentarlo de una manera clara y directa. Parece que los judaizantes ya habían llegado a aquellas nuevas iglesias, y que sus enseñanzas estaba a punto de llevar a la apostasía a aquellas iglesias de Asia Menor. Se estaba iniciando un proceso de sustitución del Evangelio que había predicado Pablo por otro de diferente, incluso contrario a aquél, que estaban introduciendo los judaizantes. Este cambio tan repentino y rápido había dejado a Pablo "admirado".
Por eso, el primero que les recuerda es en qué consistía el verdadero Evangelio. El Evangelio de Cristo (1:7) era el Evangelio que Pablo y sus compañeros les habían anunciado al principio (1:8), y lo que ellos habían recibido como las buenas noticias de la gracia de Dios (1:9).
Acto seguido, conociendo la argumentación de los que estaban detrás de todo aquello, hace un breve resumen histórico que confirma que el Evangelio que él les predicó es el único Evangelio de Cristo.
La primera cosa que los dice es que el Evangelio que les había predicado no era "conforme el hombre" (1:11-12). Pablo no lo había recibido de ningún hombre, ni le había estado enseñando en ningún sitio. El Evangelio de Cristo le estuvo revelado, en sus aspectos básicos para salvación, cuando iba camino a Damasco por el mismo Jesu-Crist resucitado (Hch 9:3-6), y con más detalle más tarde, seguramente en el tiempo que pasó en la Arabia (Ga 1:17).
En segundo lugar les recuerda que recibió la confirmación Apostólica. La primera vez, cuando pasó quince días con Pero en Jerusalén, tres años después de su conversión, momento en que también se entrevistó con Santiago, el hermano del Señor (1:18-19). Más tarde, catorce años después, tuvo una reunión privada con Santiago, Cefas y Juan en Jerusalén, donde les expuso el Evangelio que predicaba entre los gentiles, y ellos no encontraron nada que hubiera que corregir. Al contrario, reconocieron que a él le había sido encomendado "el evangelio de la incircumcisió", y le dieron la mano derecha en señal de comunión (2:1-10).
Si el Evangelio que Pablo les había predicado, y que ellos habían recibido, era el Evangelio de Cristo que había recibido por revelación, y que Santiago, Cefas y Juan habían considerado como lo mismo que ellos habían recibido del Señor, ¿qué era este "evangelio" al cual las iglesias de Galácia se estaban cambiando? De entrada lo define como "un evangelio diferente" (1:6). La palabra griega "heteron", quiere decir que no es de la misma naturaleza, forma, clase, género, en una palabra, que es diferente. Parece que algunos defendían que no era "diferente", sino sencillamente "otro", de aquello, una variante correcta del Evangelio (1:7). Pero nadie se puede inventar variantes del Evangelio de Cristo, ni el mismo Pablo, ni los ángeles del cielo, en este caso éste bajo la maldición de Dios (1:9).
Pablo les muestra que hace falta ser muy esmerado en eso, y eso lo indica cuándo describe cómo tuvo que actuar a Antioquia con Bernabé y Pedro ante una conducta que podría inducir a error: "me le opuse abiertamente porque era de reprobar" (2:11-21). Y añade una síntesis sobre la justificación, en el versículos finales, así como las implicaciones prácticas de una vida cocruficada con Cristo.

GÁLATAS 3 y 4

Sobre la justificación por la fe

Una referencia al momento de su conversión (3:1-7)
Pablo habla con mucha dureza a estos creyentes, cosa que nos da una idea de la gravedad de la situación. Dos veces los llama "insensatos". Según dice Pablo a Tito (3:3), éste era un rasgo característico nuestro cuando éramos incrédulos, con todo también el Señor tuvo que llamar de esta manera a aquellos discípulos que fue a buscar cuándo volvían hacia Emmaús (Lc 24:25), para describir su incapacidad para entender las Escrituras.
La presentación del Evangelio fue tan clara y pública, que Pablo no puede entender lo que les ha sucedido, ya que no están obedeciendo la verdad. Los lleva a revisar el momento de su conversión por medio de una serie de preguntas:
La primera: "¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oir con fe"? (v. 2). Con estas palabras los trata de creyentes, y los lleva a recordar cómo se convirtieron en ello: "por el oír con fe".
La segunda: "¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora os perfeccionáis la carne?" (v. 3). Muestra la inconsistencia que se puede producir en su vida cristiana si no se mantienen viviendo en el Espíritu, ya que siguiendo la doctrina de los judaizantes se acaba viviendo como cristianos carnales.
La tercera: "¿Tantas cosas habéis padecido en vano?" (v. 4). Cuándo creyeron el Evangelio tuvieron problemas tanto con los gentiles como con los judíos, ¿significa eso que fueron sufrimientos inútiles, no los sufrieron para identificarse con Cristo?
La cuarta: "Aquel, pues, que os daba el Espíritu, y obraba maravillas entre vosotros ¿hacíalo por las obras de la ley, o por el oir de la fe?"? (v. 5). Los lleva a recordar la evidencia de la obra de Dios en sus vidas, y a examinar las razones por las cuales Dios obró en ellos. Es más, les recuerda que Abraham, aquél de quien hablan a menudo los judaizantes, experimentó la obra de Dios en su vida por haber creído a Dios.
Abraham es el punto de referencia, y él sencillamente "creyó a Dios y le fue contado por justicia"; la vinculación con Abraham únicamente es posible si se es de los de la fe (3:6-7).

Argumentación a la luz del Antiguo Testamento (3:8-24)
Pablo recuerda que el Evangelio no es una novedad, ya que fue anunciado a Abraham, en la promesa que Dios le dio. En aquella promesa la Escritura preveía que Dios justificaría los gentiles por la fe (v. 8), así como lo tenía que hacer con "los que son de las obras de la ley" (v. 10), ya que "por la ley ninguno se justifica para con Dios" (v. 11), al contrario, nos encuentramos bajo maldición ante la incapacidad de perseverar en el cumplimiento de todas las cosas que han sido escritas en el libro de la Ley.
Cristo se convierte en central, como quien redimió a aquéllos que se encontraban bajo la maldición de la ley, y como quien ha hecho posible que la bendición de Abraham llegara a los gentiles, hecho que queda confirmado con la recepción del Espíritu Santo (vv. 13-14). Sin negar las promesas a los descendientes de Abraham, vía Isaac-Jacob, contenidas en el pacto establecido por Dios, enfatiza que el hecho de que Dios hablara de "simiente", en singular, limita el cumplimiento total de éste a la persona de Cristo (vv. 15-16), y eso la Ley no lo anuló (vv. 17-18).
Acto seguido, analiza las limitaciones de la Ley, y el propósito por el cual fue dada. Su limitación es que Dios no le concedió la capacidad de vivificar cuando la dio, como parece que lo afirmaban los judaizantes, por eso no puede justificar a nadie (v. 21).
Las razones por las cuales Dios la dio, las podemos agrupar en cuatro:
  1. "Fue puesta por causa de las rebeliones" (v. 19a), para hacer al hombre consciente de sus pecados, y de su condición pecaminosa.
  2. Tenía que llevar a cabo una tarea temporal necesaria en el programa salvador de Dios: "hasta que viniese la simiente á quien fué hecha la promesa" (v. 19 b). Había que concienciar a la gente de su pecado, para que entendieran la necesidad de un redentor.
  3. "Encerró la Escritura todo bajo pecado". Como si hubiéramos sido encerrados en una prisión bajo guarda, recluidos a la espera del liberador, la simiente de Abraham, y del medio de liberación, la fe Jesu-Crist (vv. 22-23).
  4. Tenía que ser "nuestro ayo para llevarnos a Cristo" (v. 24). Eso lo presenta cuidando de nosotros, hasta que nos trae a los pies del Mesías redentor, para poder ser "justificado por la fe".
Una experiencia común a todos los creyentes (3:26-29)
Cristo-Jesús, como aquél que ha redimido de la maldición de la Ley y como aquél que ha hecho llegar la bendición de Abraham a los gentiles, hace que judíos y gentiles formen parte de una nueva realidad por la fe en él: "hijos de Dios", revestidos de Cristo y siendo "uno", en la realidad que es la Iglesia de Dios (comp. 1Co 10:32). El acto del bautismo en Cristo, que es la expresión externa de una realidad espiritual, lo ha testificado. Eso implica que las diferencias entre "todos" han desaparecido, no se tienen que mantener: sean raciales, culturales, sociales o de sexo.

Como hemos llegado a ser "herederos" (3:29-4:7)
La vinculación con Cristo nos hace, indefectiblemente, linaje de Abraham y herederos de acuerdo con la promesa. Pablo lo afirma y lo argumenta claramente en sus receptores.
Hace referencia a un hecho común en el mundo greco-romano: la condición del heredero durante su infancia, que a pesar de ser el dueño de todo se encuentra bajo tutores y administradores. Este hecho ilustra la verdad que Pablo enseña, aunque la correspondencia no es total. La condición de la humanidad, hasta la venida del Hijo, era como la de aquel niño; pero la venida del Hijo y su obra redentora, nos ha permitido recibir la adopción de hijos. Este hecho ha quedado certificado por la recepción del Espíritu de su Hijo en nuestros corazones. Ahora, por medio de Cristo, hemos entrado a disfrutar de la herencia Divina.

Reflexión sobre el hecho de volver atrás (4:8-20)
La manera de actuar de los gálatas parecía un volver a esclavizarse a los elementos débiles y pobres. La adhesión a la doctrina judaizante, representada por el hecho de guardar "los días, los meses, los tiempos y los años" (v. 10), era lo mismo que la adhesión a la antigua idolatría que habían practicado, ya que eran muestras de las pretensiones humanas de conseguir por las propias obras los méritos para la salvación. Esta manera de actuar hacía temer que no fueran creyentes, que el ministerio de Pablo a favor de ellos hubiera sido inútil. Era algo que no creía cierto, ya que los nombra acto seguido "hermanos", pero que les tenía que hacer reflexionar muy seriamente.
Una vez más, la presentación doctrinal viene acompañada de referencias personales. Esta vez les habla de la primera vez que les anunció el Evangelio, la lamentable condición física en que se encontraba, y como lo recibieron. En aquel tiempo eran felices, ¿qué se había hecho de aquella felicidad?
Pablo denuncia la táctica de los judaizantes, que pretendían presentarlo como enemigo de los gálatas, cuando la verdad era que entre ellos había una relación de profundo y sincero amor cristiano.
Lo que les faltaba a los gálatas era que Cristo fuera formado en ellos, y esta tarea, en que Pablo estaba metido, representaba un padecimiento parecido al que una mujer tiene cuando ha de dar a luz. Él lo sufrió hasta que creyeron, y ahora lo volvía a experimentar hasta que llegaran a la madurez cristiana que se describe con las palabras "Cristo sea formado en vosotros".

Una pregunta y una ilustración para los que quieren guardar la Ley (4:21-4:31)
Nuevamente se dirige a aquéllos que quieren "estar bajo la ley", y ahora utiliza el método rabínico con las alegorías. Es como si les dijera que tomando el Antiguo Testamento a la manera rabínica también se puedía demostrar el error de los judaizantes. No deja a Abraham, ahora habla de su mujer, Sara, y de la esclava de ésta, Agar, de las cuales tuvo hijos. El hijo de la esclava nació según la carne, el de la libre, según la promesa. De aquí presenta el judaísmo, representado por Agar y su hijo, por el Sinaí y la Jerusalén terrenal, como un estado de esclavitud; y el cristianismo, representado por Sara y su hijo, y por la Jerusalén celestial, como la libertad.
También utiliza el mismo relato para ilustrar la persecución de los judíos contra los cristianos, era la persecución del nacido según la carne contra el nacido según el Espíritu.
La argumentación ratifica lo que ha dicho a lo largo de toda la Epístola, que los cristianos estamos atados con Abraham como hijos, y en concreto, como hijos de Sara, la libre, según la promesa y no según la carne.

GÁLATAS 5 y 6

Sobre la libertad cristiana

Introducción a la libertad cristiana (5:1)
La analogía de Agar y Sara, presentada en el capítulo anterior, introduce el tema de la libertad cristiana, ya que acaba el capítulo diciendo a los hermanos que eran hijos "de la libre". Ahora afirma que Cristo nos hizo libres, ya que "nos redimió de la maldición de la ley" (3:13), y que nos tenemos que mantener firmes en esta libertad. Nuestra vinculación con Cristo asegura que nos mantengamos en la auténtica libertad. Que vivamos como libres espiritualmente o bajo el yugo de la esclavitud es responsabilidad nuestra. Las instrucciones de Pablo son bien claras: "Estad... firmes" y "no volváis otra vez a ser presos"; y piden respuestas también bien claras.

Un peligro para la libertad cristiana (5:2-12)
El peligro era real y grave, ya que la conducta externa podía ser la evidencia que algunos de ellos no se habían apropiado de la obra redentora de Cristo. Circuncidarse, en aquellas circunstancias, equivalía a rechazar los beneficios de Cristo, estar separado de Cristo y haber caído de la gracia. La razón era clara, ya que quería decir que habían optado por justificarse en la ley.
En oposición a los judaizantes, los cristianos tenían su esperanza en la justicia por la fe, la circuncisión no tenía ninguna fuerza, sino la fe obrando a través del amor.
La situación en Galacia era clara, los creyentes habían estando corriendo la carrera cristiana bien, cuando a unos recién llegados los había puesto estorbos en su carrera, pero Pablo tenía confianza en ellos en el Señor. No habían vigilado, no habían observado la doctrina de la separación, y ahora tenían el mal entre ellos; los judaizantes, a pesar de ser pocos, habían tenido libertad para actuar como aquella pizca de levadora que fermenta toda la masa; pero no quedarían sin juicio de parte del Señor (vv. 10, 12).

El Espíritu Santo y la libertad cristiana (5:13-26)
Cristo ha hecho libres a los creyentes, y nos ha llamado a vivir en esta libertad. Un peligro eran los judaizantes, que les querían hacer vivir oprimidos nuevamente bajo el yugo de esclavitud; pero también había otro, malentender la libertad cristiana y transformarla en libertinaje, dando ocasión para la carne. La libertad cristiana implica libertad para servir a los otros, sirviendo al Señor; para servir a los otros por amor y no por obligación, no para vivir para uno mismo. En última instancia, la ley había sido sintetizada, además del hecho de amar a Dios sobre todas las cosas, en amar al prójimo como uno mismo (v. 14 comp. Lv 19:18).
Las doctrinas equivocadas nunca pueden producir vidas santas, y eso se estaba haciendo evidente entre las iglesias de Galácia. El enfrentamiento entre los gálatas era tan grave, que Pablo lo describe con las palabras: morderse, devorarse y consumirse. Por aquel camino, su propia carnalidad, y no la heterodoxia, haría que el Señor sacara el portalámparas del testimonio en aquella región (Ap 2:5).
La libertad que Cristo les había dado, y que ellos tenían que mantener firmemente, implicaba andar en el Espíritu para así no satisfacer el deseo de la carne (v. 16). No tenían que olvidar que el Espíritu y la carne estaban en total oposición, y que la evidencia que no estaban bajo la Ley era ser guiado por el Espíritu.
Pero Pablo quiere dejar claro de qué está hablando. Es evidente cuáles son las obras de la carne: adulterio, fornicación, impureza, lascivia, idolatría, brujería, enemistades, riñas, celos, iras, rivalidades, divisiones, partidos, envidia, homicidios, embriaguez, glotonerías... son algunas de ellas, aunque el detalle no les agota, como lo vemos por las palabras y "cosas semejantes a éstas" (vv. 19-21). Es la manera de actuar de los hombres incrédulos, y si alguien de ellos vive de esta manera está evidenciando que no es un redimido.
Pero aquéllos que tienen el Espíritu en ellos, los verdaderos redimidos, evidencian de alguna manera su fruto en sus vidas. El fruto del Espíritu es uno solo, aunque tiene muchas facetas, como las piedras preciosas, y con el tiempo se hace mayor y es mejor. Este fruto incluye amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (vv. 22-24).
Ser cristiano, ser de Cristo, implica necesariamente haber crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Ésta es una realidad interior, que tiene que manifestarse en una conducta cristiana: "andemos también en el Espíritu".

Como hacer uso de la libertad cristiana entre los hermanos (6:1-10)
En la aplicación de la disciplina (vv. 1-5). Pablo describe como se debe actuar delante de un hermano que ha cometido un acto de pecado, no uno que vive en pecado. En primer lugar indica que toda actuación hacia un hermano que ha pecado tiene como objetivo "restablecerlo" a la comunión con Dios y con la asamblea, éste es el objetivo de la verdadera disciplina eclesiástica. Para actuar adecuadamente hace falta ser "espiritual", que por el contexto quiere decir andar en el Espíritu, sin pecado y bajo la guía del Espíritu. Enfatiza específicamente uno de los aspectos del fruto del Espíritu: "espíritu de mansedumbre", aunque menciona otros al decir que se tiene que hacerse sin soberbia, vigilándose a uno mismo para no actuar igual. Los hermanos están para ayudarse, para compartir las cargas, y no para hundirse uno a otro.
Con respecto a aquéllos que nos enseñan la Palabra (v. 6). Los obreros cristianos no tienen que pedir nada para llevar a cabo su tarea, pero aquéllos que se benefician de su trabajo tienen la obligación delante del Señor de hacerlos participantes de sus bienes. El texto habla específicamente de ayudarlos económicamente, pero no excluye el reconocimiento de los beneficios espirituales recibos, de interesarse por ellos y de ayudarlos en oración. De eso somos responsables delante de Dios (vv. 7-8).
Haciendo bien a todo el mundo (vv. 9-10). Somos libres para hacer el bien a todo el mundo, pero nos tenemos que interesar en primer lugar por los que son de la familia de la fe. En nuestras prioridades debe figurar ayudar a los hermanos, y si podemos también los que no son creyentes.

GÁLATAS 6:11-18

Conclusión

Pablo ha dictado su carta a otro, pero la acaba de su propia mano. Tiene una letra muy característica, es grande, probablemente por algún problema de visión. Sus últimas palabras establecen la centralidad de la Cruz de Cristo en su vida y en la vida de todos los cristianos verdaderos. La cruz de Cristo es la única cosa en que nos podemos gloriar, recordando que eso quiere decir vivir lo que les ha dicho a 2:20. La cruz de Cristo tiene que ser el principio bajo el cual caminamos. Nuestro padecimiento por Cristo, con las marcas que eso puede dejar en el cuerpo, tiene que ser aquello que haga callar a los que se oponen.
Cuando empezó la carta les deseó que la gracia fuera con ellos, y ahora que se despide, les vuelve a desear lo mismo. Y es que aquéllos que son hermanos por la gracia, tienen que permanecer unidos por la gracia.